Capítulo 1: Esa noche envejecí

Sigmundo.

 
En algún momento de 2023

Es de noche. Estoy en la cama. No puedo dormir. Quiero llorar. Tampoco puedo. Estoy en shock. Me siento mala persona por no poder llorar. ¡Quiero llorar! ¡Quiero llorar! ¿Por qué no lloro? ¿Soy mala persona? ¡Soy mala persona!

Vivo solo. No tengo a nadie a quién contar qué acaba de ocurrir.  No tengo ningún amigo. Es mi culpa. 

Voy a escribir. Me lo voy a contar a mí mismo.

Mi prima Loli me quiere. Es la única persona de mi familia que me quiere. Me persigue por las redes sociales para charlar. Yo la bloqueo. No quiero saber nada de mi familia. Son monstruos.

Mi prima no tiene culpa de nada. Mi prima es muy buena persona, solo quiere hablarme, una y otra vez. Así que la bloqueo una y otra vez. 

—Te quiero, eres la única persona de la familia a la que quiero –le explico antes de bloquearla–. Pero no puedo hablar contigo. Me recuerdas a los monstruos de mi infancia. Me fui de Canarias para reconstruirme. En Asturias soy feliz.

—¿No vamos a volver a vernos? ¿Puedo ir a Asturias a verte? ¡Te quiero, primuki!

—Más adelante. Cuando consiga la paz que busco. Te quiero. No me escribas más, Loli. Lo siento.

Y la bloqueo.

Esa fue nuestra última conversación. Acabo de recibir un email de un familiar. Me informa que mi prima Loli acaba de morir. ¿Por qué? ¡Es demasiado joven! ¡Sólo tiene 34 años! Escribo un correo y pregunto. No contesta. Sufro. Vuelvo a preguntar. No contesta. Sufro. Pregunto. ¿Se ha suicidado? ¿La han matado? ¿Estaba enferma? No me contestan. Es como si me dijeran:

—No quieres saber nada de nosotros ni tampoco de ella. ¿No? Pues hasta aquí la información.

Mi cabeza comienza a torturarme con ideas inverosímiles. Sig, ¿y si se suicidó porque la bloqueaste? ¡No puedes ser tan egocéntrico de pensar eso! ¿Y si la mató alguien? ¿Violencia de género? Voy a Google. Busco su nombre una y otra vez en las noticias de los periódicos de Canarias. No aparece.

---

Todas las cosas que me pasaron de niño (que no voy a contar porque soy feliz cuando no las recuerdo) me han empujado a ser una persona solitaria y hermética. Soy demasiado desconfiado. No creo en el amor ni en la bondad humana. Creo que la gran mayoría de las personas son bestias sádicas. Los que somos buenos, los que podemos amar a alguien durante toda una vida, realmente somos personas enfermas, defectuosas. Seres débiles por traumas de la infancia. Somos chalados que buscan en otras personas el amor que mamá o papá no nos dieron, por la causa que fuera, cuando éramos niños. Las personas que no tienen traumas son los humanos sanos. Si has sido criado con amor en la infancia y no te ha faltado de nada, eres de raza aria. Psicópata y sociópata. Conquistador. Devorador. Un animal. Te ríes de nosotros, nos coleccionas, nos usas. Sin remordimientos. Sin complejos. Pasas tu tiempo en la Tierra concentrado únicamente en crecer económicamente y usar sexualmente a la gente. Nosotros, si no conseguimos sanar y convertirnos en manipuladores sádicos, terminamos en la ruina, suicidándonos o, si conseguimos escapar de los planes malévolos de los sanos, nos mantenemos solos: aislados, escondidos dentro de una casa en las afueras o en la que nunca se abre la puerta. Asustados. Y sin poder dormir por las noches.

---

“Más adelante. Cuando consiga la paz que busco. Te quiero. No me escribas más, Loli. Lo siento”.

—El más adelante no existe —me dice la primera lágrima que sale de mi ojo para suicidarse barbilla abajo.

Dejo de ser un niño en ese momento. Me doy cuenta que casi tengo 50 años. Que volver a abrazar a mi prima es tan solo una de las metas que tenía escrita en mi lista de cosas que quiero conseguir en esta vida. Y que nunca voy a lograr.

Me levanto de la cama. Voy al baño. Necesito mirarme al espejo: comienzo a llorar delante del espejo: mirándome a los ojos.

—¡PERDONA! ¡PERDONA! —le grito a Loli —¿ESTÁS AQUÍ? ¿ME ESTÁS VIENDO? ¿COMO ESPÍRITU PUEDES LEER MI MENTE Y COMPROBAR QUE MI ALMA ESTÁ ENFERMA? ¿AHORA LO ENTIENDES? ¿VES LO MAL QUE ESTOY? ¡MUCHAS VECES CREO QUE NO PUEDO MÁS! ¡PERO CONSIGO CONVENCERME QUE POR LA MAÑANA ESTARÉ MEJOR Y POR ESA MENTIRA POSPONGO MI SUICIDIO! ¡VIVO EN ESTA MIERDA DE CASA ESCONDIDO!¡Y TÚ VENÍAS ACOMPAÑADA DE UN MONTÓN DE RECUERDOS!¡UN DÍA ENTRÉ EN TU MURO DE FACEBOOK Y VI UNA FOTO DE MI ABUSADOR TAN TRANQUILO, BUCEANDO, DISFRUTANDO! ¡LO SIENTO! ¡LO SIENTO! ¡DE VERDAD QUE SOÑABA CON VOLVER A ABRAZARTE! ¡INCLUSO SOÑABA CON QUE ALGÚN DÍA ME IRÍA SUPER BIEN EN LA LITERATURA, TE COMPRARÍA UNA CASA Y SERÍAMOS VECINOS EN ASTURIAS! ¡PERO NO PODÍA! ¡TODAVÍA NO PODÍA PORQUE SOY UN FRACASADO Y ME DA MIEDO QUE ALGUIEN ME VEA EN ESTE ESTADO PRECARIO!

Me acuesto en la cama. Apago la luz. Muchas veces tengo miedo de que me ataquen por la noche. Que alguien se acerque a mi cama, como en mi infancia. Cuando aprendí que, por quedarme sin padres, por vivir bajo el techo de esa familia, no tenía defensa ni justicia. Y no tenía derecho a recibir más amor. Cuando consigo dormir, muchas veces me despierto gritando entre ataques de ansiedad.

De pronto, siento una presencia tranquilizadora que invade toda mi habitación. De pronto, por primera vez en años, siento que todo va a estar bien. Que me voy a curar. En mi corazón siento o imagino a Loli, que me dice con humor.

—No te preocupes, Sig. Voy a ayudarte. Ahora sí que vamos a estar juntos. ¡Ahora ya no puedes bloquearme! ¡Ja, ja, ja!

Empiezo a dejar de llorar. Pienso que no es justo que empiece a sentirme bien.

—Yo era mucho mayor que tú, era yo quien debía ayudarte.

Cierro los ojos.